Carta Abierta a Alicia Chavero

Alicia Chavero escribió en su excelente Blog Sobre el Aprendizaje y Otras Curiosidades el interesante artículo «Las Mujeres y la Gestión de la «Generación Y» que será necesario leer para poder comprender esta Carta Abierta (en realidad) dirigida al conjunto de integrantes de la Generación Y.

Comencemos aclarando que yo soy «Babyboom» (hoy abuelos, nacidos entre 1943 y 1961, que también hicimos de las nuestras…). Entiendo que lo que llamas «Generación Y» es lo mismo que Jeroen Boschma describe en su libro «Generación Einstein. Más listos, más rápidos y más sociables».

En el medio, la Generación X (supongo que la de tus padres, 1961-81).

Me preocupa (no lo digo por ti, Alicia; sino que me refiero a toda una tendencia que desde la blogosfera ya salta para todos lados) que se esté mezclando cacao, con té, vinagre y café.

No digo que esté «mal»; pero se están formulando «teorías» como si se tratara de «verdades reveladas», universalmente comprensivas, sobre fenómenos signados por su inmediatez (rápidos y demasiado cercanos como para construir una experiencia empírica confiable para sustentar modelos teóricos).

Sacerdotisa cretenseEl acceso de la mujer al «mercado del trabajo» y su impacto en los estilos de liderazgo y modelos organizacionales viene siendo estudiado desde la Civilización cretense Minoan (1600 AC) donde eran las mujeres las que tenían el poder más absoluto.

El cambio y un giro del ethos dominante hacia modelos horizontales y flexibles no es una «demanda (exclusiva) de las nuevas generaciones», Alicia.

Esa aseveración, la hemos venido sosteniendo todas las generaciones que te precedieron (quizás desde antes los gloriosos tiempos de la Isla de Creta e incluso reimpulsadas por los propios Tartessos —cuando estaban aquí, por mis calles en Lora del Río en la Provincia de Sevilla— allí por el 500 AC 🙄 ). De lo contrario, no estaríamos (ni tu, ni yo, ni nadie) aquí.

La evolución de la humanidad (no siempre «veloz, hacia arriba y adelante», a veces con regresiones o desplazamientos laterales) tiene una constante que es la renovación generacional entorpecida por sistemas educativos formales (la religión, la escuela, la universidad) que siempre, ¡antes de la época de los minoanes!, ha estado modelando a «las nuevas generaciones» tal cual se las necesita para perpetuar los modelos dominantes del poder.

En esto, no las mujeres, sino la «Generación Y» o «la G-Einstein» o como quieras llamarle está dando un paso mucho mejor de lo que lo hicieron los de la G-Silenciosa (mis padres, tus bisabuelos), mi G-Bayboom, y la G-X (de tus padres).

Soy optimista. Pese a que todavía está ganando «el sistema».

Por eso, te invito, sugiero, estimulo, para que no pierdas el eje de la alineación con el desarrollo de la creatividad y no te desalinees con discusiones estériles como las «cuestiones de género» que son impuestas por el sistema para que no nos ocupemos de lo importante:

Transformar en profundidad a la educación —sus metodologías y sus contenidos— lo que también solucionará tragedias como la descriminación, o la violencia de género, el acoso, o las organizaciones que explotan el talento humano y todo lo que estamos viendo al descubierto de este «tsunami financiero» provocado por el propio desmadre de aquello que declaman los libros que no ocurre en la realidad en la mayor parte de las veces, ni lugares.

Tarde lluviosa y fría en Sevilla… no invita a la visión totalmente despreocupada y ligera…

6 comentarios en «Carta Abierta a Alicia Chavero»

  1. El día que, en según qué materias, el contenido sea más importante que las formas, habremos adelantado unos cuantos milenios. Desgraciadamente, y bien sabes lo que digo querido Mario, empezamos a atisbar en la lejanía… De todo, absolutamente todo, se aprende. Equilibrio es la clave.

    Destaco lo siguiente:

    «Eran unos cartoncitos con mensajes de Jesucristo que nos daban cuando sacábamos buenas notas (la mejores) llevábamos bien hechos los deberes, y ganábamos los partidos del recreo. Me educaron (como a la mayoría) premiándome cuando destacaba, cuando era mejor que los demás. Me educaron para competir, no para compartir.»

    Por mucho que releo no veo dónde está el mensaje de Jesucristo. Ojo, que no estoy diciendo que la competición no sea necesaria, pero me es sublime la paradoja de que en un centro religioso se eduque «a competir». ¿Dónde quedó Jesucristo ahí?

    Saludos.

  2. Mi querido Mario

    Eres una biblioteca en verso… cuánto me alegro de que el azar hiciera que criticaras duramente mi primer emprendimiento virtual, y después, ambos podamos conversar de esta manera…

    Me presento para que no me conozca, soy Alicia, de la generación Y.

    El gap es la educación. No, mejor dicho, el gap es el sistema de aprendizaje instaurado. No es oro todo lo que reduce, y si bien mi generación es una generación inconformista, no lo es más que las que me precedieron. Lo único que nos diferencia ( y esto lo acabo de aprender de ti) es que contamos con mas megáfonos con los que hablar en voz alta. Punto pelota.

    Anecdótico pero ilustrativo. Durante varios años de mi niñez-adolencencia, tuve en el colegio que lidiar con una cosa que se llamaba “vales” Eran unos cartoncitos con mensajes de Jesucristo que nos daban cuando sacábamos buenas notas (la mejores) llevábamos bien hechos los deberes, y ganábamos los partidos del recreo. Me educaron (como a la mayoría) premiándome cuando destacaba, cuando era mejor que los demás. Me educaron para competir, no para compartir.

    Mi chip no cambió ni en el instituto ni en la universidad…. Mi chip cambió cuando conocí a una persona llamada Andreu Campanario, quién me hizo entender que para ser el mejor, hay que ayudar a las personas a maximizar su potencial y hacerles salir de esos esquemas mentales grabados a fuego que les impiden ser la mejor versión de sí mismas.

    Esto no va de horizontal ni de vertical. Esto no va de estilos o lenguajes. Esto de va de DEJAR DE UN VEZ POR TODAS de matar la creatividad y el espíritu emprendedor que cada uno llevamos dentro.
    Me voy al paro el día 30 de enero pues mi jefe me despide. Estoy encantada. Es una oportunidad única para hacer realidad mis sueños. Puedo inventar mi realidad, puedo crear aquello que sueño. Todos, absolutmante todos, podemos creer en nuestros sueños.

    Nos enseñan a “buscar trabajo” cuando deberían enseñarnos a “generar oportunidades” Nos educan para seguir la disciplina y normas de un líder, cuando deberían enseñarnos a compartir conocimiento. Las leyes y estatutos de los trabajadores imponen claramente un modelo proletario, cuando deberían imponer un sistema emprendedor… Vetamos literalmente la capacidad creativa de nuestra sociedad, amputando la creencia de que eres capaz de generar trabajo e ingresos, porque tienes la mayor máquina inventiva que se ha creado jamás: tu cerebro.

    Cuantas cosas por cambiar, cuantas oportunidades por descubrir. Gracias Mario, millones de gracias, por sacar esto de mí.

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