Esperanza que el caos entre en su propia paradoja

La paradoja de la evolución socioeconómica es que se profundizan las diferencias igualando “hacia abajo” a una proporción cada vez mayor de la población aún cuando existen los medios y la tecnología suficiente como para cubrir las necesidades básicas; pero no existe la capacidad política para hacerlo.

Ya no se puede establecer taxativamente una diferencia entre países pobres y países ricos; actualmente, estamos viendo que, aún en países ricos, crecen regiones marginales de su formidable desarrollo económico y tecnológico con la atrofia social de la pobreza.

Las políticas públicas de incentivos económicos destinados a la promoción y el desarrollo de las actividades económicas del sector privado, teóricamente destinadas a fortalecer el crecimiento de las economías regionales, están derivando en “clientelismo político” que doma y amansa el sentido crítico de la sociedad, modelando la opinión pública y encausando a los cuadros (asociaciones empresarias y profesionales, sindicatos y al propio sistema educativo) tal como el poder los necesita para su perpetuación.

Lo paradójico de la expansión de las fronteras del conocimiento es que se profundiza la grieta entre los que pueden aprovechar los beneficios de la innovación y los que quedan excluidos del confortable mundo desarrollado.

Las TIC expande el alcance de las relaciones interpersonales e interinstitucionales y en la medida que estas relaciones extendidas se hacen más cercanas, las personas nos vamos “encerrando” más tiempo con nuestros gadgets para estar en vinculados sin tener contacto.

El progreso se ha fundado sobre dos instituciones fundamentales (fundacionales): la propiedad privada y estado de derecho que la protege.

En los países que han fortalecido estas dos “instituciones básicas” (la propiedad y el derecho a crearla y protegerla) se han desarrollado un sólido tejido empresarial y se ha podido mantener un crecimiento económico razonablemente constante.

Por el contrario, una causa importante de la existencia de la “economía sumergida”, con condiciones de empleo precarias, y que sólo es funcional para unos pocos privilegiados capaces de concentrar mayor poder es, precisamente, la debilidad de estos principios básicos: la propiedad y derecho.

Pero ahora vemos como el derecho a la propiedad está seriamente amenazado porque algunos pocos pueden proteger sus propiedades a costa de la vulnerabilidad de la propiedad de la mayoría. La magnitud de las ayudas destinadas a salvar a las instituciones financieras y a algunos sectores supuestamente dinamizadores (como el automotriz) se están apoyando en el debilitamiento financiero de las medianas, pequeñas y micro empresas y un crecimiento intolerable, en el mediano plazo, de las tasas de desempleo y la pauperización cultural.

El “caos paradójico” está golpeando a la puerta y estamos distraídos pensando que es, simplemente, “una crisis” que se podrá solucionar con los mismos contenidos y metodologías aprendidas y aplicadas hace 70 años.

El “caos paradójico” muestra su rasgo competitivo con forma de leyes de la flexibilización laboral” que oculta la monstruosa forma de organizar y sustentar jurídicamente nuevas formas de esclavización y degradación profesional.

Procesos de “optimización” como el dowzising y el resizing, que ya demostraron como se puede destruir la confianza de los asalariados y devastar su compromiso con el destino de las empresas para las que trabajan, solo han servido para “salvar” a empresas que sobredimensionaron irresponsablemente sus plantillas y sus presupuestos sustentados por créditos financieros tan irresponsables y especulativos de quienes los han otorgado y de quien los han solicitado.

Ahora, que se agotaron esas “llaves”, se innova con otras políticas en un intento por perdurar el “caos paradójico”, como la deslocalización empresarial que “mueve” el destino de millares de personas con la facilidad con que se desmonta y reinstala un torno y un par de ordenadores.

La única esperanza que yo veo es que el modelo del “caos paradójico” entre en la paradoja de su propio caos y se remodele a si mismo.

Se tienen que producir 3 “milagros”:

  1. Que el sistema educativo colapse y surja un nuevo modelo de formación donde el aprendizaje no sea estructurado por contenidos y metodologías que, en realidad y como está demostrado, es funcional para el poder y para quienes como corderos quieren pertenecer a la comodidad de sus corrales.
  2. Que los emprendedores, creadores de empresas, innovadores y proactivos con relación a formas de intercambio comercial más racionales sean capaces y encuentren el espacio para irrumpir en el dominio de los capitalistas fundamentalistas.
  3. Que el poder sea un modelo de gestión funcional a la vida publica, y deje de ser un mecanismo de modelación y para dominar lo público capaz de tapar al sol con una moneda de 1 céntimo.

3 comentarios en «Esperanza que el caos entre en su propia paradoja»

  1. @KC viene un mundo mejor. Siempre ha sido de esa manera: las personas aprendemos, en el caos que generamos, como ordenarnos y recrear nuevos caos. Esa es «la paradoja»: somos cada vez mejores… (((creando caos, claro))) 🙂

    Un cordial abrazo

  2. Gran artículo, Marío, como casi siempre (pongo el «casi» para que nadie piense mal, esto es, para que tampoco te acostumbres a los buenos comentarios y así no pierdan su valor ;)).

    Por cierto, el 2º milagro lo veo factible, pero el 1º y el 3º creo que serían mayores que el de Fátima…

    Un abrazo.

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