Está de moda cocinar. Los programas de televisión y libros sobre viajes ponen mucho énfasis en los hábitos de cocinar y alimentarse de los pueblos que presentan. Muchos reality shows exitosos en la televisión mundial giran en torno de las destrezas de un cocinero famoso o un equipo de chefs de «cocina de autor».
Pero la cocina y cocinar, además, pueden proveer valiosas experiencias de aprendizaje para vivir.
Dentro de una cocina se pueden crear poderosas experiencias didácticas: porque «las lecciones» se centran en el uso de varios sentidos sensoriales y la creación de emociones perdurables. Incluso, como lo demuestra el siguiente relato, podemos aprender a cocinar a la adversidad.
Muestra lo que dices, no lo digas
Las «historias» tienen mucho valor cuando se puede ver lo que relatan sus testimonios orales o escritos. Cuando se puede ver lo que dices, creas interés y facilitas aflorar a la emoción de tus «oyentes».
Me contaron una historia sobre un cocinero cocinando en la cocina que, real o no, deberíamos plantearnos cuando surge un problema.
Junto con «la cocina», actualmente el tema que también concentra mucha atención en todos nosotros es nuestra actitud ante la adversidad.
Un afamado cocinero, sufría de forma continua las quejas de su hija, por los problemas que encontraba en la vida. Cansado de oír tantas frustraciones, llevó a su hija al restaurante donde trabajaba.
Sobre los fogones de la cocina, colocó tres ollas llenas de agua, y con un fuego fuerte las puso a hervir. Pronto, las tres ollas estaban en ebullición. En una colocó un manojo de zanahorias, en otra tres huevos, y en la tercera un manojo de granos de café.
La chica, comenzaba a sentir curiosidad por lo que estaba haciendo su padre; pero sabiendo que cuando trabajaba no le gustaba que le interrumpiesen, esperó impacientemente a que acabara.
Pasados unos veinte minutos, el cocinero apagó el fuego y dirigiéndose a su hija le dijo: —«Cariño ¿qué ves?
La hija respondió rápidamente: —»Zanahorias, huevos y café».
No satisfecho con la respuesta de su hija, el cocinero la hizo acercarse a la primera olla y tocar las zanahorias. Ella lo hizo, y notó que estaban blandas. De la siguiente olla, le pidió cogiera un huevo y lo rompiera. Ella le quitó la cáscara y notó que el interior estaba duro. De la última olla, le pidió a su hija que bebiese un poco de aquél líquido (ahora convertido en café); al probarlo, ella disfrutó de su rico aroma.
Cocinero: —«¿qué significa esto?»
Hija: —«Los tres elementos se han enfrentado a una misma adversidad: agua hirviendo. Sin embargo, cada uno de ellos, ha reaccionado de manera diferente».
Las zanahorias llegaron al agua duras: tras la cocción quedaron blandas y fáciles de deshacer. El huevo ha llegado frágil. Su fina cáscara, protegía su interior del líquido hirviendo; ahora su interior está duro. Los granos de café sin embargo, eran únicos. Después de estar en el agua hirviendo han transformado al agua es una bebida aromática, sabrosa y tonificante.
El cocinero abrazó a su hija mientras de decía: —«Ahora, dime hija, cuando te llega la adversidad ¿cuál de los tres elementos eres tú? ¿Eres zanahoria, huevos o café?»
Colorín colorado, ¿este cuento se ha acabado?
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