Quizás haya llegado el momento de revisar profundamente si en estos tiempos, donde las relaciones sociales son más significativas que los mismos individuos, sigue siendo pertinente la «postura» del constructivismo como proceso de aprendizaje.
El modelo de la experiencia en un aula, aún siendo capaz de reproducir condiciones ambientales excepcionales y con un un buen talento profesional del maestro, está resultando insuficiente para las nuevas generaciones de estudiantes que prefieren modelos de aprendizaje exploratorios en la misma realidad.
«El aburrimiento» de los alumnos tiene, desde mi punto de vista, un motivo mucho más profundo que los estudiantes se enfrentan con contenidos didácticos y metodologías pedagógicas que han sido útiles (¿quizás?) para formar generaciones de hace 15 o más años.
Existe un dislocamiento entre la forma de enseñar y la preferencia sobre cómo, qué, cuándo y dónde aprender.
Estimados José Miguel y KC, gracias por vuestra valiosa y muy apreciada atención.
Coincidirán con migo que, a veces, es en el «comentario» donde uno puede crear el verdadero «corazón» del post.
Hay una línea que une vuestros respectivos comentarios: la desarticulación entre las metodologías didácticas, los contenidos pedagógicos y las «nuevas generaciones» está enraizada en la humanidad.
Imagino que todos estamos de acuerdo que esto no significa un «estigma cultual» inalterable y al que no podamos superar. Por el contrario, estamos en un momento muy oportuno para que podamos crear un «cambio disruptivo» en la educación.
El gran muro es que «la escuela» (la institucionalidad de la educación, estructurada desde el pre-escolar hasta la Universidad) sea el factor que más se resiste a los cambios a pesar de sus discursos cada vez más «correctos» y la inversión que están realizando en tecnología que, como estamos transitando, está profundizando las brechas entre los que mejor pueden y los que menos tienen.
«Algo» tenemos que hacer. Podemos hacerlo. ¿Quienes? Todos; en la medida que los espacios de aprendizaje cada vez están más «desplazados» hacia afuera de los ámbitos naturales de la escuela. Los estudiantes, aún los que parecen más escépticos o «pasotas», están expandiendo sus fronteras vinculándose y «acercándose» con otros estudiantes.
Seamos optimismas: es muy posible que próximamente se produzca un cambio profundo en la manera en como se enseña, más cercana a la preferencia de quienes aprenden. Eso sí: será necesario que, primero, se modifiquen los procedimientos de formación y calificación de los formadores.
Mario, totalmente de acuerdo contigo. Y es que, bajo mi punto de vista, está clarísimo que los tiempos avanzan y se forman otras concepciones. Quizás el problema es que las generaciones, aquellas y éstas, no sepamos enfocar la perspectivas de las demás. Supongo que eso es lo difícil… Tampoco es nada nuevo. Sucedía ya en épocas aristotélicas. Y eso que ponernos en la piel de otro no es tan complicado.
Un abrazo.
No puedo estar más de acuerdo contigo Mario. Pero esto no es de ahora; lleva siendo así años.
Un video excelente, por cierto.
JM