¿Es lo mismo informarse que aprender? ¿La información es conocimiento? ¿El saber-saber, es lo mismo que el saber-hacer? ¿Saber-hacer, es Emprender?… Mark Twain dijo: «yo sospecho de las personas que pueden deletrear palabras sólo de una manera».
Yo, también, sospecho de aquellos que tienen fórmulas universalmente válidas para formar emprendedores y definiciones «comprensivas» del «ser emprendedor», porque los emprendedores evolucionan de muchas diferentes maneras, por muy variados motivos y siguiendo diferentes objetivos. Definir «qué es» y, consecuentemente, «cómo formar» un emprendedor implica, por sí mismo, emprender un desafío.
¿Pero qué está ocurriendo en el sector de la educación superior pública en materia de preparar a los estudiantes para su salto al mundo real?
¿Estamos distinguiendo las diferencias entre las aptitudes de los administradores y los técnicos, de las actitudes intelectuales y emocionales propias de los actores de un mundo abierto, de escenarios fluctuantes, en los que coexisten aspectos físicos y virtuales?
La «enseñanza tradicional» invoca un proceso cognitivo pasivo en el que el estudiante aprende a memorizar cosas que no aprende a transferir a los demás contextos donde debe actuar afuera del aula.
Además, el enfoque de «la enseñanza» se tiene que trastocar, necesariamente en un proceso cognitivo activo al que podemos caracterizar como «aprender a emprender» estructurado en torno a tres componentes claves:
- conceptualizar,
- reflexionar, y
- construir, necesariamente, los eslabones entre el mundo real y el mundo virtual.
Se está modificando tanto la forma como los estudiantes aprenden, como la forma en que los maestros enseñan. En este sistema de escenarios (físicos y virtuales) impregnado por las características empresariales, los estudiantes son los principales responsables de su propio aprendizaje, en el que el educador se transforma en un facilitador de ese aprendizaje.
El aprendizaje, ahora, no sólo se adquiere dentro de un aula. Todos los ambientes, a los que pertenecen los individuos, constituyen el entorno de su aprendizaje.
La dimensión del «aula en la que aprendemos» es el alcance de relaciones sociales y profesionales de cada individuo y de cada organización.
El problema es, ¿cuánto de lo que aprendemos se convierte en conocimiento? ¿Cuál sistema institucional es útil para retener el conocimiento? ¿Cómo fluye el conocimiento en los procesos de toma de decisiones?
Entonces, el aprendizaje deja de ser una cuestión individual vinculada a las capacidades intelectuales de un individuo.
El aprendizaje es y debe ser considerado como un proceso social que involucra aspectos culturales como los valores, las experiencias, las visiones y/o las ambiciones de las organizaciones; también implica a las cuestiones físicas como los canales que vinculan a los actores, sus recursos y sistemas.
Está muy bueno Mario. Gracias. Hay muchos puntos en los que se puede reflexionar y profundizar. Pero si te parece, dame tiempo y después lo «discutimos»
Saludos primazo!!! <– esa es única, ja ja