Para inventar algo que nadie tiene, comienza buscando el problema que nadie ha visto, Te ayudará a encontrar lo que todos quieren. Existe una diferencia abismal entre crear una novedad asombrosa y solucionar una necesidad de la gente.
La gente necesita coches para viajar. Si son bellos y eficientes: mejor. Si tienen incorporados sensores para estacionar sin intervención del conductor mucho mejor. Si están equipados con un computador de abordo capaz de dialogar con los pasajeros para realizar todas sus instrucciones por voz y asientos súper ergonómicos… bueno ¡yo quiero uno de esos!
Pero ¿por qué esas ideas han tardado tantas décadas desde que se mostraron en las exposiciones automotrices hasta que llegaron a los concesionarios donde se pueden comprar coches con esas prestaciones?
Creo que las buenas ideas, por grandes que parezcan ser, son bastante simples. Digo, las grandes ideas más bien son soluciones muy simples a problemas muy complicados.
Si había pocos problemas para conseguir aparcar el coche, no parecían necesarios sensores para hacerlo en espacios reducidos. Si el equipamiento era sólo los levantacristales de las ventanillas, el climatizador, los respaldos reclinables sólo de los asientos delanteros y poco más, no era necesario un sofisticado computador para controlar media docena de prestaciones que tenían los coches mejor equipados de hace 30 años.
Claro, la media docena de sibaritas desorbitados, entre miles de millones de usuarios de coches. que querían un Lamborghini Egoísta tuvieron que esperar 50 años para poder comprar uno de estos.
Y esa es la clave.
Cualquiera de nosotros podemos llegar todos los días a elaborar ideas maravillosas, pero a menos que satisfagan una necesidad bastante grande no dejan de ser “ideas asombrosas” que no se podrán transformar en un negocio si no ofrecen beneficios tangibles a nadie.
Esa misma situación de entender que es lo que necesitan es aplicable en otros ámbitos. Una muy buena mirada, y justo cae a tres hs antes de ir con un proyecto en donde la «idea» hace ruido que no se me compra.
¿Qué se yo, Nivia Teruelo? «¿Por qué las babosas necesitan baba?» Seguramente los adultos —¡que sabemos mucho sobre muchas cosas!— vamos a asumir que esta pregunta es una tontería, que no nos aporta ningún beneficio… Pero para los niños de la escuela, detrás de esta pregunta hay un poderoso motor para estimular su curiosidad. Si la gente quiere seguir innovando con «bolas de cristal» para encontrar respuestas maravillosas a preguntas que no se han planteado» más vale advertirles que se preparen para el «desafortunado» sabor del vidrio.
Yo creo que nuestro desafío (formadores de formadores, educadores, consultores…) es ¿cómo podemos facilitar a los maestros y estudiantes a convertirse en «buscadores de problemas»?