Uno de los factores más críticos del éxito profesional y empresario es la identidad; el conjunto de atributos tangibles e intangibles por los que somos reconocidos por todos los demás.
La identidad es un concepto polifacético porque además de diferenciarnos en el conjunto, permite identificar a cuál conjunto pertenecemos.
A su vez, aún tratándose de una representación inequívoca de quién soy, qué es lo que hago y cuál es mi valor, mis rasgos de identidad cambian a través del tiempo y son diferentes en cada escenario. Pese a ello, a través del tiempo y en cada escenario, todas las personas que se interesen en identificarme pueden hacerlo.
La identidad no es la imagen. Una imagen podría ser falsa o engañosa; por ejemplo, si incrusto en la home de ES24.TV la ilustración de la Torre Espacio de Madrid, algunas personas pensarían que mi oficina está allí, o exponer una fotografía ingresando a las oficinas de Google para sugerir la ilusión que estoy vinculado a ellos. En ningún caso estaría emitiendo, simplemente crearía una imagen que puede o no representar mi verdadera identidad.
La imagen podría ser,
en esta perspectiva,
algo que no es.
Las personas y las empresas que representan en sus imágenes a su verdadera identidad también tienen «integridad»; yo creo que es la integridad la coherencia entre imagen e identidad lo que prima por sobre cualquier otra cosa para que las personas, los clientes y todo el conjunto al que pertenecemos nos brinden su confianza.
Por este motivo lo mejor es adoptar una imagen coherente con nuestra identidad. Si esto es un problema, recurrimos al consejo experto de los especialistas en el diseño de Imagen Corporativa.
Cuando nuestros interlocutores (clientes, proveedores, alumnos, lectores, empleados, colegas, etcétera) descubren una desarticulación entre la imagen que les mostramos imagen y la identidad que poseemos: falta «integridad»; surgen comprensibles sospechas que los vamos a engañar, perciben que nuestros conocimientos y habilidades podrían no ser tan confiables como ellos esperan.
La base de la desconfianza y, consecuentemente, de las dificultades para establecer vínculos y mantener relaciones beneficiosas a largo plazo es la desarticulación entre la identidad que poseemos y la imagen que presentamos para representarla.
La integridad salva o mata al valor de la esperanza que los demás establecen con nosotros a través de lo que ellos suponen que somos y podemos hacer.
Por el contrario, la percepción de una integridad equilibrada entre imagen e identidad genera, literalmente, un sentido de relajación en quienes toman contacto con nosotros.
Un proceso en nuestro inconsciente ”que yo no se describir con rigurosidad científica” permite detectar con bastante grado de certeza si en las imágenes que las demás personas y organizaciones presentan de sí mismas existe una representación real de su verdadera identidad.
Antes o después, de todas maneras, la identidad siempre queda en descubierto. No se puede estar tergiversando sistemáticamente a la personalidad en base a imágenes incongruentes, ni se puede estar mucho tiempo representando naturalezas falsas.
La gente necesita sentirse conectada primero con nuestra identidad antes de que con lo que nosotros podemos hacer; y es mucho más probable que la gente nos responda favorablemente si acepta nuestra identidad aún cuando lo que sepamos hacer no sea lo que ellos están necesitando recibir en el momento en que nos conocen por nuestra imagen y nos reconocen por nuestra identidad.
Dieta de las siete lunas
para poner en línea a la identidad
Primera luna Tanto si estás emprendiendo una nueva actividad, como si ya te dedicas a tu profesión y/o tu empresa, revisa periódicamente si tu actividad/negocio se adapta a tu identidad y viceversa. De no ser así: evoluciona adoptando todos los cambios que sean necesarios realizar; algunos ”te lo expreso por propia experiencia” son dolorosos, pero la mayoría producen mucho placer tras un período de incómodo aprendizaje. Cualquiera que sea el tipo de negocio o actividad que realices, recuerda siempre que lo que hacemos es una extensión de nosotros mismos y de todos quienes trabajan vinculados a nuestra propia actividad (colegas, empleados, proveedores, jefes, etc.). Por ejemplo, si tu posees una personalidad sobresaliente y pretendes posicionarte como un líder innovador en tu campo de actividad, procura rodearte con personas extrovertidas y proactivas.
Segunda luna Tu identidad debe ser clara. Asegúrate que nunca quepa confusión sobre cuál es tu negocio, qué es lo que ofreces y cuáles son tus ventajas. Siempre debes ser coherente y reflejar la misma identidad ante todo el mundo, una y otra vez. Si tu identidad es confusa o incoherente, inevitablemente, tus interlocutores también se confundirán y no podrán hacer negocios contigo.
Tercera luna Siempre refuerza tu identidad con tus acciones. Por ejemplo, si prometes un servicio personalizado, necesitas considerar la inversión real de tiempo que te insumirá atender de uno-a-uno a tus clientes; esto fortalece o corroe a tu identidad. Si ofreces una especialidad, procura aprender continuamente acerca de ella.
Cuarta luna El uso coherente de tu identidad producirá una impresión mucho más favorable, cada vez más positiva, a través del tiempo; lograr coherencia entre la identidad y lo que se representa que es y lo que se hace, ayuda a tus clientes presentes y potenciales a reconocer instantáneamente tu negocio y/o capacidad profesional. Asume que tu identidad es la base de tu prestigio profesional y, en estos términos, crea fuerzas de atracción sobre quienes te ven por primera vez y los estimulas para que te reconozcan inmediatamente casa vez que te vuelvan a ver o necesiten algo de lo que haces en el futuro. Tu identidad profesional, y/o la de tu empresa, tiene que ser perdurable desde la primera vista, razón por la cual siempre debes mantener una imagen profesional coherente y actualizada.
Quinta luna Tu identidad es la base de una verdad estratégica: tu marca. Tus acciones de marketing deben expresar tu identidad; esto ayuda a construir tu Identidad de Marca. La marca crea un vínculo emocional entre los servicios y productos de tu empresa con la gente de tu mercado. La marca es la perspectiva del conocimiento que la gente tiene de tu negocio y los beneficios que ofrecen tus productos y servicios. La marca es la forma en que tu negocio es conocido en el mercado.
Sexta luna Neutraliza y aleja todo lo que no contribuya con valor a tu identidad. Construye, aún en los aspectos más simples, una actividad profesional o empresa que gire en torno de tu identidad. Asegúrate que los anuncios, folletos, sitio Web, cartas, e-mails, gráficos, decoración de tus espacios de trabajo, tu personal de ventas, la atención telefónica y cada uno de tus colaboradores internos (socios y empleados) como externos (proveedores) reflejan tu identidad. Harás que tus clientes se sientan bien haciendo negocios contigo, que tus colegas sientan placer por estar trabajando contigo, que tus alumnos deseen que comiencen tus clases, o que tus lectores esperen ansiosos los nuevos contenido en tu blog. Se entiende que, para que esto ocurra, es necesario que el valor que integras a tu propia identidad con cada una de tus acciones también fortalezca la identidad de las personas y organizaciones que integran a tu conjunto.
Séptima luna Siempre recuerda que la gente se vincula y hace negocios con las personas en quienes pueden confiar porque perciben que poseen identidades de fortalezas, cuando menos, equiparables. En general, cuanta mayor fortaleza desarrolle tu identidad, mayor será el grado de confianza que recibas y el estímulo que los demás tengan para estar vinculado contigo.
Por favor, comenta lo que sientes. Aunque a ti pueda parecerte intrascendente, seguramente podrá resultar de mucho valor para ayudar otras personas a trabajar hacia adentro revisando la integridad entre su imagen y su identidad.
Tengo un nuevo caso como ejemplo: http://snipr.com/otro-ni
Mario gracias por el enlace en el vídeo 🙂
A veces soy consciente mientras escribo que lo que hago no refleja del todo lo que pienso… pero cuando quieres llamar la atención sobre algo en especial o provocar reacciones a la audiencia hay que sorprender o provocar. Como no soy un provocador nato ni una caja de sorpresas o adopto momentáneamente ese rol o escribo «un post más».
Lo que nunca me había planteado es que este tipo de artículos pueden agravar esta desarticulación de la que hablas.
Un saludo y gracias por tus palabras 🙂
@Jordi Antes que nada, ¿has visto esto?: http://es.youtube.com/watch?v=83Zjz4pGa3g 😉 Velo ahora! Es muy muy muy… muy malo… pero es una por buena causa.
Nosotros utilizamos las mismas palabras para expresar cosas diferentes. A veces proponiendo, otras demandando, otras consultando, otras respondiendo, otras insultando, otras amando… pero utilizamos un código que está en el lenguaje que utilizamos. A ver si «te va» este ejemplo: la identidad del lenguaje es su código (el significado de cada palabra, vinculado al significado de las demás palabras, a la forma en como las pronunciamos o escribimos, a quién y en cuál momento las expresamos).
No eres un Jordi en tu blog, otro en tu casa, otro en tu oficina y otro conduciendo un Mini Cooper. Tu tienes un «código» único.
Más importante que las posibles (a veces inevitables y siempre temporales) desarticulaciones entre la imagen y la identidad, es aprender a reconocer esos desajustes y aprender a corregirlas (Primera Luna). Leyendo tu profundo post http://jordi.bufi.es/tengo-un-problema-de-integridad compruebo, felizmente, que haz comenzado muy bien con tu Dieta (a propósito, concuerdo con el comentario que te expresa allí Juan Carlos Mora.
Un abrazo,
Recuerda: mira http://es.youtube.com/watch?v=83Zjz4pGa3g
Mario tu artículo me ha dado mucho en que pensar… tanto que he tenido que escribir otro ya que no me gusta asaltar los blogs de otros con temas personales.
Creo que, tal y como comentas, no mantener una coherencia entre imagen e identidad es un error y conlleva a desconfianza y confusión.