Aunque las crisis son efímeras, acotadas en un lapso de tiempo que puede variar de unos pocos minutos a unos pocos días, Lo que perdura son sus efectos. La DANA en Valencia debería ayudarnos para aprender cómo evitar que las crisis devengan en desastres irrecuperables.
Sobre desastres: ver “El Caso Challenger”. Aquí trataremos de entender el concepto de “crisis”, sean de naturaleza social, medioambiental, tecnológica, financiera, personal o institucional.
Las “crisis” se diferencian de cualquier otro escenario por tres atributos inconfundibles.
(1) Urgencia
Las personas solemos confundir lo importante con lo urgente y todo se transforma en un “gran problema” que necesita una solución inmediata.
Cuando sobreviene una crisis no se reconocen sus múltiples componentes y, mucho menos, se puede identificar cuál cosa es más importante que otra para establecer un orden razonable que permita salir lo más rápido posible del caos con la menor cantidad de recursos.
(2) Ingobernabilidad
Como parece que no hay tiempo para hacer nada, sobreviene una paralización casi absoluta; es un malestar físico y emocional, que a veces se manifiesta con un sabor extraño en la lengua, y con un incómodo cosquilleo sobre el estómago.
Nada que podamos hacer lo hacemos, porque la sensación es que será en vano cualquier intento de salvar la crisis. Siendo todo “tan grave” y “tan urgente” no se sabe con claridad qué es lo que conviene hacer y, en consecuencia, se desmoronan las capacidades para tomar decisiones sensatas y el pensamiento crítico.
(3) Anomia
Se desconecta de la escala de valores, se pierde la capacidad del juicio crítico, y se diluyen las normas capaces de contener nuestro comportamiento durante el breve lapso de tiempo que dura una crisis.
Esto explica que, en una catástrofe, algunas personas pasen sobre otras aplastándolas, intentando salvarse aún a costa de la muerte de los demás. El “instinto de conservación”, es uno de los ejemplos más dramáticos sobre “la anomia” en momentos de crisis.
Paradójicamente, es por la “anomia” (falta de reglas) que se pueden lograr innovaciones disruptivas y progresos significativos, debido a que desaparecen los paradigmas que condicionan nuestras percepciones y respuestas habituales.
Por este motivo, las crisis constituyen buenas oportunidades. El anagrama chino “crisis” ( 危机 ) representa esto con claridad: crisis es amenaza y oportunidad.
Inmediatamente después
Nadie, ni nada, sale de la misma manera como era o estaba antes de la crisis; se puede salir peor o mejor, pero nada es igual durante el proceso de gestación, el desencadenamiento y la superación o no de las consecuencias de las crisis.
Durante la propia crisis, es cuando hay mayores peligros de resultar dañado, pero también se pueden provocar daños de diferente magnitud cuando no se gestionan con eficacia y eficiencia las estrategias para recuperase de las consecuencias nocivas que pudieran haberse provocado durante la crisis.
Media España, aún no reconoce —o pretende no reconocer— que hace mucho tiempo se ha caído una pesada piedra sobre este país; y la otra mitad cree —o pretende hacer creer— que el cráter abierto por esa piedra ha creado un agujero negro que, como los del espacio, habrá de fagocitar todo.
La izquierda se ha vuelto liberal. Los liberales reclaman intervencionismo. Según cuál sea tu fuente informativa (desde la barra del bar, el telediario, el periódico o la blogosfera) vas a tener la sensación que habrás de morir en los próximos minutos o que esto «va mejor que un cohete” (sic).
Lo que la DANA en Valencia demuestra es que la resiliencia del pueblo es la instancia más poderosa para evitar que funcionarios apoltronados en puestos de lujo y políticos encerrados en silos de poder autocrático o enceguecidos hambrientos por su trozo de queso haga que los daños de las crisis destruyan definitivamente los valores y la integridad moral, la capacidad de juicio crítico y, en consecuencia, la gobernabilidad
Tres recursos para salir de las crisis
(1) No desesperarse
Los problemas son como las elevaciones en el camino que no permiten ver más allá de su parte más empinada.
Los grandes barcos no van contra las grandes olas, se encuadran para pasarlas por arriba. Los aviones no se caen porque toda su estructura es flexible en las turbulencias. Siempre que llovió, paró. El sol sale cada mañana. Una moneda de 10 centavos no oculta al sol.
Las personas podemos ser los factores de la evolución o los que transformamos a las crisis en desastres; todo es una cuestión de actitud, más que de aptitud.
No sobrevive “el más fuerte”, sobrevive el mejor vinculado. No fracasan todos, tienen éxito los que pueden ver qué hay más allá de “los promontorios”.
(2) Diferenciar entre las causas y sus efectos
Si se confunden entre sí una y otra cosa, es altamente probable que se equivoquen las medidas preventivas para que no se repitan y las estrategias correctivas para reconstruir lo que se haya dañado.
Ni causa, ni efecto, son por sí mismos “la crisis”. Son las partes del puzle, su estructura, junto con las personas a las que involucra directa o indirectamente: responsables de su ocurrencia, responsables de gestionarlas, quienes padecen en todo su amplio espectro su impacto negativo o positivo y quienes tienen que aprender a evitar su repetición.
(3) Prevenir la próxima crisis
O, también, lo que los sismólogos llaman “las réplicas del sismo”. En las crisis sociales, financieras o personales, es necesario abandonar las prácticas de comportamiento que se desempeñaron antes de la crisis; porque de persistir en la forma de actuar, seguramente se habrán de repetir una y otra vez las condiciones que llevan a la crisis y que, antes o después, devengará en un desastre.
Esto implica que hay que realizar una inversión (dar la vuelta) en el aprendizaje de nuevos comportamientos, utilizando la información que la crisis puso en evidencia. Esa frase célebre ─mal atribuida a Albert Einstein─ “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” es el marco conceptual de esta estrategia para evitar repetir las crisis y, eventualmente, que se transformen en desastres.
Mi perspectiva es que la crisis que sobrevino como consecuencia del cataclismo medioambiental de la DANA en Valencia, tiene una base en las inciertas políticas de Estado, la incoherencia de la conducta de los dirigentes gubernamentales y opositores, las metodologías y los contenidos de la educación en España que nunca se ha puesto a la altura de la dimensión que tuvo que tener dentro la octava economía del mundo.
Esto ha creado un dramático hueco entre los recursos que se dispusieron y el conocimiento sobre qué hacer con ellos para generar riqueza con bases sólidas, autosustentable y en continua regeneración. Un hueco por donde penetró el fango destruyendo vidas humanas, hogares, viviendas y empresas.
La buena noticia es que sobrevendrá un nuevo día mejor que éste
El nuevo problema será, entonces, reconstruir la fortaleza del espíritu nacional y la grandeza cultural para colaborar entre todos, solidariamente para llegar al “día mejor” con la menor cantidad de personas perjudicadas por esta “crisis de mierda” (las cosas por su nombre, aunque huelan mal).
Para otra visión de los daños que provoca la inmoralidad o los comportamientos tóxicos antisociales de la mayoría de los funcionarios incapaces y los políticos voraces, ver: EL LIBRO QUE CREÍAS QUE NO SE PODÍA PUBLICAR.