Nos enseñan que la verdad puede liberarnos del mal. Pero para mucha gente el engaño es la clave para ganar dinero, lograr la fama y tener poder; seamos sinceros: éstas cuestiones son demasiado tentadoras para aprender a mentir.
En la historia, esto ha dado lugar a engaños bien elaborados e ingeniosas falsificaciones que tuvieron enormes repercusiones. Nuestras civilizaciones están impregnadas de mentiras colosales que han influido en las ciencias, la política e incluso en el arte. Sin piedad: el sistema pretende enseñarnos, con sus mentiras, a que siempre digamos la verdad.
El Caballo de Troya fue un ariete de grandes dimensiones. Nada de un gigantesco caballo hueco colmado con centenares de griegos que sorprendieron el plácido sueño de troyanos distraídos. La verdad de este relato épico es que hay que desconfiar de los enemigos que se presentan con un atractivo regalo en la puerta de tu casa.
El nazismo orquestó lo que llamaron “la gran mentira”; cuya base de sustentación es que no importa qué tan grande es una mentira, porque la gente va a creer que es verdadera si es repetida con constancia. Más precisamente, cuanto “más grande” es la mentira, más difícil es refutarla.
Es por esto que, como dice la sabiduría popular, nuestras pequeñas mentiras “tienen patas cortas” ─no logran perdurar mucho tiempo antes de ser desmoronadas─; precisamente porque son muy pequeñas y fáciles desenmascarar.
En general las personas no confiamos en quienes nos damos cuenta que nos mienten; pero es probable que nosotros mintamos a las personas que confían en nosotros precisamente porque usamos su confianza para manipularlas en favor de nuestros intereses.
Es paradójico: muchas veces aceptamos que nos engañen para evitar ser lastimados por la verdad. El problema es que una verdad nos puede provocar un enojo temporal, pero ser permanentemente engañados nos destruye primero la confianza en los demás, luego la propia autoestima y finalmente nuestra propia autoconfianza.
La confianza toma años construirla, se rompe en segundos y cuando se daña nunca se repara por completo, ni se repone a su mejor nivel.
La civilización contemporánea cada vez miente mejor, a la vez que es más eficaz para detectar las mentiras; no obstante, la mentira es tan generalizada en todos los niveles que ya cuesta creer si la verdad es una ilusión o se trata de una mentira perfecta.
Excelente Mario , muy claro , como siempre.
«La gran diferencia entre un gato y un mentiroso es que el gato tiene apenas nueve vidas» Mark Twain (1835-1910)