Pero el pez muere por la boca

argumentos, premisas y objeciones
El problema no es el lenguaje, son los argumentos

Cuando expresamos argumentos procuramos que los demás acepten nuestras premisas, de manera tal que usamos las mismas objeciones que creemos que nuestros interlocutores podrían estar considerando para desestimar o rechazar lo que decimos.

Por ejemplo, podrías estar hablando con alguien y decir: ─«Bueno, estoy pensando en comprar un coche que es realmente bello» Mientras piensas: (Bueno, van a refutar que el coche además es muy caro). Así que dices: ─«Bien, el coche es caro pero bello»

Entonces lo que haces es incluir a la objeción en tu argumento. Si quieres comprar el coche, ¿por qué dices que “es caro”? La razón, es porque si ya mencionas esa objeción, es menos probable que si tu interlocutor no quiere que te compres el coche vaya a decirlo. Tú ya lo has afirmado, el otro sabe que lo sabes, ¿por qué te lo va a decir?

“Pero para mí es más importante que el coche sea bello, así que lo quiero comprar”. Así que cuando dices: «El coche es caro, pero bello», estás diciendo que es caro, eso es lo primero que dices. Estás diciendo que es bello, es lo segundo que dices.

premisas, argumentos y objeciones

Con la palabra: «pero» estás señalando que hay un contraste entre las dos premisas e indicas que el hecho de que sea bello es más importante del hecho que sea caro. Estás diciendo todo esto, simplemente al decir que ─“El coche es caro, pero bello”.

Entonces, decir que el coche es caro pero bello es decir dos cosas: el coche es caro y” es bello.

Es muy diferente usar «y», porque si dices que el coche es “caro y bello” puedes cambiar a las premisas de lugar. Es bello y caro. Es caro y bello. Puedes decirlo de cualquiera de las dos formas.

¡Reflexiona! Puedes decir: «es caro pero bello», lo que es muy distinto que decir: «es bello pero caro”.

Si estuvieras tratando de argumentar a favor de comprar el coche, ¿cuál dirías? Bueno, yo diría: «Es caro pero bello». Y si estuviera tratando de argumentar en contra de comprar el coche diría: «Es bello pero caro».

Porque la palabra «pero» indica que la proposición después de ella es más importante que la primera proposición. Estás descartando la objeción y citando, después de la proposición que empieza con «pero», la razón para la creencia o acción que prefieres. Así, «y» o «pero» son expresiones muy distintas.

Las proposiciones antes y después de «y» son recíprocas, mientras que las proposiciones antes o después de «pero» no son recíprocas.

Por lo tanto, puedes defender tus premisas evitando que te las refuten descartando los tipos de objeciones que la gente plantearía y te demande más argumentaciones. Algunas veces conviene usar recursos tales como “pero” o “aunque”. Es perfectamente efectivo y útil en una discusión: sobre todo para evitar tener que estar explicando cada razón que sostiene a las premisas de tus argumentos.

Un movimiento eficaz en una discusión intentando persuadir a la gente para que no vea los problemas en las premisas de tus argumentos, es decir: ─«Tengo cinco objeciones a las que voy a responder». Podrías decir A (1) pero B; (2) sin embargo C, (3) mientras que podrías decir D. (4) Aun así podrías decir E, (5) aunque F… ¿Cierto? Así: descartas cada una de esas cinco objeciones, eligiendo tú cuáles son las objeciones.

falacias simples vs objeciones contundentes

Obviamente, elige las objeciones más fáciles, no las más difíciles. De manera tal que mantienes toda la discusión centrada en las objeciones simples: mientras la gente está intentando aclarar esas sencillas objeciones en sus mentes, se olvidan de las otras objeciones que podrían ser más consistentes.

Falacias fáciles de derrotar, fáciles de destruir, hacen que la gente se olvide de las objeciones que son más difíciles de destruir y que te van a causar problemas más serios para defender tus teorías.

Así que aquí hay una simple regla de oro: si piensas que alguien trata de usar términos que descartan tus objeciones para llevarte a ver sólo las objeciones más obvias en vez de las objeciones más fuertes, entonces puedes simplemente ignorar las objeciones que te están mencionado y preguntarle ─“¿qué problemas has dejado afuera de la lista?”.

La atención a la estructura semántica de los argumentos que nos presentan los demás nos ayuda a ver el propósito de las palabras que escuchamos más allá de su mero “significado”. Viceversa: si podemos manipular con nuestros argumentos el significado de las palabras que pronunciamos es más probable que podamos lograr nuestros propósitos.

2 comentarios en «Pero el pez muere por la boca»

  1. Cuando empezamos a cuestionarnos ciertos «argumentos» de nuestro entorno a través de desarrollar en nosotros un pensamiento crítico, (como muy bien ejemplarizas con esa última pregunta), descubrimos lo fácil que es sentirnos con más control y confianza experimentando una mayor sensación de congruencia.

    Como siempre «chapeau» profe…

    1. ¡Gracias, apreciado Nacho! Como siempre tus apreciados comentarios son alentadores desafíos para superarme, además de honrosos halagos.

      A propósito de los necesarios feedback para aprender a «dialogar»…

      aprender a dialogar

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