No creas todo lo que enseñan las escuela de negocios. La mayoría de los casos se quedan en la descripción de los «principios teóricos» sobre las «buenas prácticas» de la administración; precisamente, esta primera incongruencia, suele desencadenar el fracaso para muchas empresas que podrían ser exitosas si hubiesen comprendido que la práctica está en la base de la teoría y no a la inversa.
En los últimos dos años han quedado en descubierto los «pies de barro» que sustentaron durante décadas el liderazgo de dirigentes y empresas que sucumbieron en profundos fracasos —muchos irrecuperables— porque no comprendieron nada acerca de la «ley de la gravedad comercial» (todo lo que sube baja, a menos que aprenda a flotar en tiempos turbulentos). Si falta imaginación para flotar, la caída es inevitable.
Irrumpe un nuevo paradigma: la innovación disruptiva; un concepto acuñado por el Prof. Clayton Christensen (Harvard).
Hasta hace pocas «semanas», los tecnólogos explicaban las movimientos de la innovación sobre dos estilos de evolución: a) los cambios incrementales, caracterizados por evoluciones sustentadas en combinaciones, suplantaciones y/o modificaciones parciales de algunos procedimientos en un proceso o las partes de un producto; y b) los cambios radicales, innovaciones asociadas al concepto de la «invención».
En cualquier caso, nadie pone en duda que ambos tipo de mejoras tecnológicas ayudan a crear y sostener posiciones de liderazgo en el mercado.
¿Qué tiene de nuevo la «tecnología disruptiva»? Nada. Siempre ha existido, en todas las facetas de la actividad humana, pero hace poco que se ha comenzado a comprender su lado práctico.
En general, parte de una idea sencilla y asequible aún cuando parezca un uso complejo y cotoso de mantener. Radica en una aplicación poco exigente sobre los aspectos más básicos del diseño de los procesos y/o los productos.
Cada vez es más frecuente que industrias con prestigio y capital bien consolidados, se encuentren con alguna empresa de entusiastas emprendedores que entran en su mercado y jaquean o neutralizan su liderazgo mediante una abrupta simplificación de la tecnología.
Christensen dice: «Tú eres un niño y quieres ganar una pelea contra un gigante. La mejor manera de ganar esa pelea, es motivar a los gigantes para que huyan, en lugar de luchar».
Esto ha sucedido en la industria de las computadoras (de los mainframes a las notebooks) y con los autos (de Ford a Toyota). Grandes almacenes y tiendas de departamentos que relegaron sus espacios (como Walmarts) a cadenas de pequeñas «tiendas de descuento» y, más recientemente, a tiendas virtuales, ubicuas y altamente especializadas.
La rápida propagación de las «tecnologías disruptivas» se debe a que se está aprendiendo a transformar complejos sistemas tecnológicos en algo sencillo para utilizar por cualquiera, y la incorporación de esta solución simple —como un modelo de negocio rentable— que se puede implementar como un completo sistema comercial vertical.
En medicina se han diseñado pequeñas «burbujas electrónicas» que se inyectan en el torrente sanguíneo de las personas para «espiar» sus trastornos funcionales. El tratamiento de las imágenes en 3D en un amplia gama de aplicaciones para la industria gráfica y audiovisual, las telecomunicaciones de banda ancha e innovaciones en muchos modelos de negocios que antes sólo eran posible hacerlos funcionar en costos edificios y con una sofisticada trama financiera.
Así como las tabacaleras que fabricaban sólo cigarrillos no vieron en la galletitas y las golosinas un «plan b» para su existencia comercial, lo mismo podrá ocurrir con las empresas que no perciban a tiempo las pequeñas pero poderosas lanzas de las innovaciones disruptivas que se avecinan atravesar modificando el corazón de los negocios en su sector.
Las innovaciones disruptivas comienzan en sencillas aplicaciones en la parte inferior de un mercado y se mueven a través del tiempo desplazando el liderazgo establecido por los competidores encumbrados.
Por ahora, se tratan de cambios que la «gran industria» considera irrelevantes porque los tradicionales métodos en uso para evaluar el rendimiento de sus líneas de negocios, diseñados para prescribir el comportamiento global de variables macro, todavía no saben percibir el tsunami que viene inexorablemente por abajo de la superficie.
En general, las innovaciones disruptivas que ya se han hecho evidentes han facilitado la accesibilidad a productos y servicios que históricamente sólo han estado al alcance de los consumidores con alto poder adquisitivo y/o mucha habilidad para conseguirlos. Al principio están orientadas a mercados objetivos pequeños, a simplificar los procesos y diseños de manera que se reduzcan sus costes de producción y optimice la logística de la distribución. Pero una vez que se pone en marcha, la ola crece.
¿Cuáles son ejemplos prácticos de innovaciones disruptivas que tú utilizas o conoces que han resultado buenas soluciones para las personas que tu conoces? ¿eh?
¿Cuál crees que será y cuánto tiempo va a transcurrir hasta que alguien entusiasta vuelva a irrumpir con otra innovación disruptiva? ¿eh?
Hola Yuri! ¡¡¡Feliz 2011!!!
El «optimismo» no se desgasta… lo que sufre en la actitud organizacional «estamos bien, no molestes» es la motivación para ser optimista. Una cosa es la motivación para abrazar una virtud, y otra cosa es lo que caracteriza a esa virtud como un valor reconocido por todos como «necesario».
En muchas organizaciones, sobre todo las más grandes y poderosas, creen que si algo malo sobreviene sobre ellas, sabrán responder rápidamente y con soltura ante la adversidad.
Lo mismo pensaban los disonaurios hace 65 millones de años…
Cada vez que encuentres a alguien que objeta el comportamiento disruptivo dentro de una gran estructira organizaciones muéstrales esta peli: http://www.youtube.com/watch?v=CReDRHDYhk8 😉
Hola Mario
Desde una organización grande, bien como dices, hablamos mucho de «innovación disruptiva», pero los ‘tradicionales métodos’, que sólidamente instalados terminan por matar a la idea, sin que se trasforme en una práctica real. Sí es así.
A eso añadimos que las personas con ideas disruptivas, por lo general son los no muy queridas (vamos en contra de la norma establecida) y si son un poco «emprendedores», se terminan marchando.
¿Qué hacer entonces? (porque yo personalmente sí creo que tenemos que tratar de llegar un equilibrio entre la mejora continua, innovación incremental e innovación disruptiva).
Últimamente lo único que se me ocurre es conseguir «sistematizar» la introducción de personas ajenas a la organización para ir germinando «otras ideas no contaminadas».
Por supuesto, se requerirá de una persistencia. Es hacer un hueco a lo disruptivo, de provisional a algo estable.
Acabamos de iniciar este camino (mejor dicho tomar la consciencia de ello), gran reto para los próximos años y en cada paso que damos estamos aprendiendo (y necesitando de optimismo para no desgastarse en el viaje).
Un abrazo.
Yuri