El problema no son “las palancas”: contenidos y metodologías; sino cuáles son sus “puntos de apoyo”: el ecosistema regional, el talento de los instructores y mentores, los recursos, el interés de los Claustros y el interés de los propios estudiantes.
Primero hay que establecer si se crea un “centro para promover iniciativas empresariales” o un “programa para estimular las competencias emprendedoras”.
Si bien no son excluyentes y a simple vista resultan planes complementarios, poseen principios fundacionales y estrategias diferentes en uno u otro caso.
Los factores básicos, a los que podemos considerar las “inflexiones causales” para que la Universidad cree sus centros y/o programas son: 1) el ecosistema institucional, y 2) su particular “ecología social”; esto es: qué clase es y cómo funciona la institución que creará el centro y/o el programa, con qué propósito los creará, para quiénes están dirigidos, quiénes se ocuparán de gestionarlos, cuánto tiempo disponen para su tarea y cuántos recursos les son asignados.
Si bien podemos ver que la germinación embrionaria de centros y/o programas universitarios para emprendedores siempre surgen entre un reducido grupo de profesores, el impulso para desarrollar a largo plazo las actividades vinculadas específicamente al “desarrollo emprendedor” queda inextricablemente comprometido por el grado de entendimiento del conjunto institucional que, promover iniciativas empresariales y estimular la cultura emprendedora, no se reduce a responder a “una moda” o una asumir una posición “políticamente correcta”.
Incongruencia de la piedra adentro del zapato
Incongruencia de la piedra adentro del zapato
En varias oportunidades y en diferentes ámbitos he manifestado que el emprendimiento es una piedra adentro del zapato de los académicos, porque existe una incongruencia entre la demanda social para que la Universidad contribuya con el desarrollo de la economía regional y el interés del Claustro por lo que ocurra al “egresado“ luego que apruebe los requisitos para su graduación. Más, la mayoría de los Claustros consideran que “los negocios” contaminan la asepsia que pretenden mantener adentro de sus aulas y laboratorios.
Enseñamos muy bien, buenas teorías, con buenos diseños instruccionales; pero ¿nos preocupamos por el aprendizaje integrado y sobre cómo se relacionan el saber teórico con la práctica; o, en cambio, nos ocupamos en acreditar competencias supuestamente adquiridas en cada Asignatura respondiendo una serie de evaluaciones sobre su contenido específico?
Si no existe un compromiso expreso de las Autoridades Académicas y la efectiva contribución del sistema administrativo para facilitar la gestión de centros y programas para el emprendimiento las posibilidades de éxito son nulas.
Si se exige que los resultados cuantitativos de los centros y programas sean demostrados en el corto plazo o, en el mejor de los casos, cuando el estudiante culmine de cursar la grilla curricular de su carrera las posibilidades de éxito son muy escasas.
Si se pretende que los Programas para Estimular Comportamientos Emprendedores y los Centros para Promover Iniciativas Empresariales den como resultado la creación de una numerosa cantidad de nuevas empresas, las probabilidades de éxito son erráticas; sobre todo cuando no se establece qué cantidad de nuevas empresas se considera “éxito” o “fracaso”.
Seamos sinceros: ¿la creación de un Centro para Promover Iniciativas Empresariales o un Programa para Estimular Comportamientos Emprendedores está orientada a promover las iniciativas empresariales de los estudiantes de la Universidad, o a justificar la actividad académica de un grupo de profesores o de algún Departamento? ¿Sabes qué? Siguiendo muchos casos en los últimos 35 años dudo que para este cuestionamiento exista una respuesta lineal que concluya en lo que necesitamos saber aunque se trate de lo que no nos gusta escuchar.
En líneas generales, los Centros para Promover Iniciativas Empresariales se estructuran en 3 etapas escalonadas cuya duración y grado de complejidad varían en función de las “inflexiones causales” que he mencionado con anterioridad: 1) el proceso de sensibilización para detectar y aprovechar oportunidades en el mercado, 2) el proceso Lean Start-Up para establecer modelos de negocios escalables controlando sus potenciales factores de fracaso, y 3) incubación y aceleración como servicios de asistencia técnica a las iniciativas “prometedoras” en las primeras fases de su planificación y puesta en marcha.
Es precisamente en esta etapa en que el “aprendizaje” es más importante que la “enseñanza” porque los estudiantes pueden moverse, dependiendo de sus propias motivaciones y habilidades, más allá de las paredes institucionales para combinar sus conocimientos con su interés y su pasión para crear sus propias empresas.
Paradójicamente, es en esta crucial tercera etapa donde fallan la mayoría de los “puntos de apoyo”. Las causas y las consecuencias de esta “grieta” están muy bien descriptas en “El Emprendedor como el tonto útil” por José Salgado (@tatxe).
Entonces viene para adelante la cuestión obvia: los Programas para Estimular las Competencias Emprendedoras que, en la base de toda “la siembra”, deben comenzar por el profesorado universitario y sus instancias institucionales universitarias; es decir, comenzar a crear el “edificio” por sus cimientos. He propuesto una base de entendimiento es ¿Cómo enseñar a emprender?; continuará.
Gracias por tu valiosa atención y apreciados comentarios.
2 comentarios en «Palancas Universitarias para Emprender»