Hace “unos” años (a mi edad eso es una manera sutil de decir “dos décadas”) tuve el honor de participar en una charla, entre pocas personas, con especialistas del equipo de Peter Senge; una de sus colaboradoras (creo recordar de nombre “Anita”) dijo: —“El futuro sucede justo ahora”.
Su “comentario” fue para responder a alguien que participaba en esa reunión que planteó dudas sobre el futuro del comercio electrónico… más concretamente sobre la cuestión de algo que no se entendía muy bien qué era en ese entonces pese a que en círculos especializados ya se sabía que tendría la marca: “Amazon”.
Desde esa reunión (en Buenos Aires a principios de 1994) a este preciso momento pasaron y se transformaron muchas cosas. La gente compra las pilas para el mouse (ya no solo el mouse, el ordenador y los libros sobre comercio electrónico) por Amazon™… yo no hubiera podido imaginar en aquellos años que en el presente yo también utilizaría Amazon™ (20 años después) para comprar, además, juguetes para mi hijo de 9 años de edad (1 año menor que mi nieta mayor)…
¿Qué te hará feliz en el futuro?
¿Qué te hará feliz en el futuro?
Ahora veo que tampoco yo pude saber en 1994 ¿qué cosas me harían feliz en 2014?; y encuentro que esta cuestión llama mucho la atención a todas las personas a quiénes les planteo —“¿qué te hará feliz en tu futuro?”; más aún: hay una gran disparidad de criterios si resulta importante o no ocuparse del futuro y, en especial, ¿cómo podemos construirlo procurando la felicidad propia y de nuestras respectivas comunidades?
Muchísima gente que conozco está acongojada y se siente limitada en un presente que parece no tener un futuro… a partir de lo cual me surgieron algunas reflexiones que nos ponen en este punto.
Yo creo, y lo propongo: que es hora de tomar una iniciativa: precisamente, que la comunidad comprenda “el futuro”, y cómo se vincula su felicidad presente con su felicidad en su futuro.
Esto abarca todos los aspectos de la cultura: la vida familiar, la educación, la ciencia y la tecnología, la economía y, naturalmente, los estilos de vida personal y profesional que podrán ser posibles.
¿Para qué? Primero para solucionar la confusión que genera suponer que “destino” y “futuro” son la misma cosa. Esa confusión hace estragos en todos los órdenes de la vida. Es un buen momento histórico para analizar y demostrar que esto no funciona así.
Ninguna comunidad, ni región, ni país, ni continente, están condenados a “un único destino” en particular. Ninguna comunidad está condenada ni al fracaso, ni tampoco al éxito. Logrará lo que construya; y si no busca cómo hacerlo (o nadie intenta inspirar acciones para que la comunidad construya su destino) implacablemente: alguien, de otra comunidad, se ocupará de indicarle cuál es su manera de ser feliz y cómo debe ser su futuro…
Pensar sobre el futuro sirve para facilitar que las personas reflexionen sobre cuánto saben con certeza de su propio futuro y deje de especular sobre “el destino”.
Segundo. Para alentar que las personas tomen conciencia de lo que la psicología llama el “locus del control interno”. Muy resumidamente: cada ser humano (cada vez más en relación con otros seres humanos y no de manera individual) es capaz de controlar su propia vida; la que tiene y la que puede tener. Hay juegos didácticos y dinámicas de grupo bastante divertidas que sirven para demostrar estas evidencias científicas.
¿Te interesa saber qué cosas te harán feliz en tu futuro?