El término SNAFU, describe el estado del arte de la mayoría de los desastres tecnológicos, financieros, comerciales, políticos o militares derivados de la burocracia inoperante de organizaciones y gerentes apegados al mando y el control para asegurar que las cosas sean realizadas tal como están preestablecidas para conservar “el culo asegurado en la poltrona”, cualesquiera sean las condiciones del contexto aun cuando todas o algunas de ellas puedan estar amenazando el statu quo.
SNAFU, es sigla utilizada por la Marina de los EEUU para simplificar la expresión “Situation Normal: All Fouled Up” (“situación normal: todo es un caos” o “… todos estamos completamente jodidos”).
En general los gerentes en las organizaciones tienen como premisa maximizar la eficiencia controlando que se ejecute minuciosamente la rutina. Casi como una obsesión: este modelo se puede gestionar si se mantiene una rígida división horizontal de funciones sometidas a una estricta cadena de mandos verticales.
Los gerentes “al uso” esperan una dedicación religiosa al trabajo por encima de cualquier otro tipo de compromiso y preocupación de sus empleados. Es más valorada la dedicación rutinaria a hacer lo establecido, que la actitud divergente que explore la forma de hacerlo de mejor manera.
La política típica en las organizaciones, sobre todo en las de gran tamaño y del sector público, emana de prácticas de exclusión por medio de las cuales “los de arriba” dominan a “los de abajo”; disentir con el reglamento se sanciona con exclusiones formales (explícitas) o informales (implícitas).
Los procedimientos rutinarios, no suelen crear entornos inclusivos; se espera que cada participante en la organización sepa cuál es su lugar y opere adentro de sus límites horizontales y verticales.
imagine el resto…
Antes o después, esta rígida manera de gestionar organizaciones provoca conflictos funcionales que derivan en procesos erróneos que toman decisiones equivocadas.
En resumen, el control para suprimir el disenso mediante las políticas de exclusión típicas de las cadenas de mando intolerables al cuestionamiento del orden vertical y horizontal establecido, calla a algunas voces que pueden ser las portadoras de la información necesaria para tomar buenas decisiones o encontrar la manera de ser más eficientes.
Invierte la conexión: todos podemos estar menos jodidos si sabemos “gestionar” al caos antes que “prohibirlo”.
