El mejor momento para enseñar a emprender, es cuando el ser humano es capaz de aprender. ¿Cuándo debe comenzar la intervención didáctica para para estimular y facilitar el aprendizaje de las competencias para emprender? Aun cuando la respuesta obvia es desde el momento en que cada persona comienza su proceso de socialización en el propio seno familiar, aún antes de la escolarización, lo que no resulta tan evidente es cuáles son las habilidades sociales y las competencias profesionales de los educadores que, a través de las diferentes etapas de la formación, se ocupan de estimular y modelar comportamientos genuinamente emprendedores (habilidades para el liderazgo, interés por la innovación, el compromiso con la eficiencia y la calidad…).
Aunque se asuma que un niño no puede comprender cuestiones tales como la competitividad y el “juego del mercado” aún en la educación preescolar, implicando al grupo familiar de los pequeños estudiantes, se puede incentivar su curiosidad y estimular sus habilidades sociales para el trabajo asociativo.
En este artículo enfocamos la intervención específicamente destinada al aprendizaje de las competencias para emprender desde la perspectiva de las competencias de los instructores-facilitadores de ese aprendizaje.
Naturalmente, las habilidades de los educadores de los primeros niveles de enseñanza no son las mismas que requieren los profesores universitarios; no se enfade al leer esto… ocurre que en “la literatura” se presenta una descripción muy genérica de lo que es la “educación emprendedora” y aunque se suelen recomendar objetivos, contenidos y métodos adaptados a cada ciclo formativo, no resulta claro ¿qué debe saber hacer un maestro de grado escolar primario, diferente a lo que hacen sus colegas en el nivel medio? Tampoco existe un conocimiento bien fundamentado sobre ¿qué estimula entre sus estudiantes un profesor universitario, que no se puede lograr con estudiantes de nivel medio?
¿Los estudiantes comprenden la diferencia entre ser emprendedor y competencia para gestionar empresas? ¿Y los maestros?…
¿Los estudiantes comprenden la diferencia entre ser emprendedor y competencia para gestionar empresas? ¿Y los maestros?…
Muy frecuentemente, con algunas diferencias del grado de complejidad, encontramos que en la escuela secundaria se están impartiendo experiencias de enseñanza sobre cálculo financiero, estrategias comerciales y organización de la producción sin ayudar a los estudiantes para que comiencen a discernir la opción de emprender la creación de sus propias empresas como una opción a través de la que pueden canalizar las vocaciones profesionales que están madurando; o más preocupante aún: si el entorno sociocultural de los estudiantes facilitará o entorpecerá los procesos de emprendizaje de aquellos estudiantes con iniciativa emprendedora.
Es decir, una primera cuestión en las competencias de los educadores comprometidos con estimular comportamientos emprendedores será identificar si sus estudiantes comprenden la diferencia entre la gestión empresarial y la cualidad emprendedora de las personas; esta discusión, incluso, subyace a analizar con ellos (profesores de enseñanza media y superior con sus estudiantes) si quieren crear una empresa propia o no.
Si la estimulación de las competencias empresariales se imparte a quienes no tienen la inquietud personal para aprenderlas, ni la conciencia de las ventajas que ofrece saber cómo se comporta un empresario y comprender cómo se gestiona una empresa, lo más probable es que estemos creando un sentimiento de aversión hacia el mundo de la empresa y sus “supuestas” complejidades, más que estimular la curiosidad por “probar si esto es para mí”.
Sostengo que los programas de «sensibilización emprendedora» se pueden ofrecer a los grupos de estudiantes que carecen del conocimiento básico sobre “iniciativa empresarial”, pero que los programas de «formación emprendedora» se pueden ofrecer a cualquier perfil de estudiante, incluidos los adolescentes, siempre que tengan suficiente conciencia de la naturaleza social del “ser emprendedor”.
La enseñanza del emprendedorismo implica una complejidad creciente, comenzando con la creación de conciencia y avanzar hacia la aplicación de las cualidades empresariales en el entorno real.
- En la escuela primaria se debería hacer hincapié en el desarrollo de habilidades sociales tales como el trabajo en equipo, la empatía, la adaptabilidad y la osadía.
- En los grados intermedios se deben centrar en la percepción de oportunidades, la tolerancia al fracaso y la persistencia.
- En los grados superiores se deben enfocar, por sobre las cualidades de la gestión empresarial, el aprendizaje sobre cómo transformar las ideas en iniciativas que generen valor (para el propio estudiantes y para la comunidad).
Aunque muchos teóricos difieren con respecto a la temporización exacta de la enseñanza de las cualidades empresariales, la mayoría coincide en la importancia de la enseñanza del espíritu emprendedor a una edad temprana, preferiblemente en la escuela primaria y a través de todo el ciclo secundario.
Dentro de este marco de tiempo, el centro de la educación para forjar el espíritu emprendedor, debe aproximarse lo máximo posible a la inspiración de valores y actitudes (sensibilización), y dejar para el ciclo terciario la enseñanza de las cualidades empresariales a un nivel más práctico (disposición).
Excelente !
Gracias, Roberto! Muchas de estas reflexiones las pude «objetivar» (poner en claro y poder expresarlas) tras la intensa experiencia que hemos compartido «formando formadores de emprendedores en ingeniería»… Me he quedado con dudas si pudimos ayudar a discernir entre «emprender» y la «pasión por emprender».